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Hasta que Todos Oigan: La Misión que Aún No Ha Terminado

  • Denise Camargo Marques
  • 12 abr
  • 3 Min. de lectura

Los pueblos no alcanzados son grupos étnicos que aún no han tenido un acceso significativo al evangelio de Jesucristo. El término "no alcanzados" se refiere a aquellos que cuentan con poca o ninguna presencia cristiana y carecen de recursos para la evangelización dentro de su propia cultura. Se estima que existen unos 24.000 grupos étnicos distintos en el mundo.


Sorprendentemente, casi la mitad de estos grupos aún no ha sido alcanzada con el evangelio y, aproximadamente, 3.400 millones de personas —es decir, un 42,5% de la población mundial— todavía no tienen acceso al mensaje de Cristo. Muchos de los pueblos no alcanzados se concentran en la llamada "Ventana 10/40", una región que se extiende desde el norte de África hasta el este de Asia, entre los paralelos 10 y 40 al norte del ecuador. Esta área incluye países como India, Pakistán, Bangladés, Irán y China, donde hay una alta concentración de grupos étnicos no alcanzados. Aunque sigue siendo una región crítica, este enfoque geográfico ya no refleja completamente la realidad. Con la globalización, muchos grupos étnicos han migrado a otras regiones, estableciendo comunidades significativas fuera de la Ventana 10/40. Además, países que antes se consideraban alcanzados han experimentado un declive en la presencia cristiana, convirtiéndose de nuevo en campos misioneros.


La migración internacional ha llevado a pueblos no alcanzados a establecerse en países occidentales, incluyendo naciones europeas y americanas. Estas comunidades mantienen sus lenguas, culturas y, en muchos casos, sus creencias religiosas originales, convirtiéndose en pueblos no alcanzados dentro de contextos anteriormente considerados cristianizados. Además, el creciente secularismo en los países occidentales ha contribuido a la disminución de la influencia cristiana, creando nuevas necesidades misioneras. Así, el concepto de pueblos no alcanzados trasciende las fronteras geográficas, exigiendo un enfoque más dinámico y contextualizado.



Frente a este panorama, la Iglesia está llamada a adaptar sus estrategias misioneras, considerando:


  • Misiones Urbanas: Las grandes ciudades se han convertido en centros de diversidad cultural y religiosa, acogiendo comunidades de pueblos no alcanzados.

  • Misiones Transculturales Locales: La presencia de inmigrantes y refugiados ofrece oportunidades para el evangelismo transcultural sin salir del propio país.

  • Uso de Tecnología: Internet y las redes sociales permiten alcanzar grupos en regiones restringidas o de difícil acceso.

  • Colaboraciones Globales: La cooperación entre iglesias de diferentes países fortalece los esfuerzos misioneros y promueve la contextualización del evangelio.


La Gran Comisión, tal como está registrada en Mateo 28:19-20, es un mandato de Jesús para que sus seguidores hagan discípulos de todas las naciones. La palabra "naciones" traduce el término griego ethnos, que hace referencia a grupos étnicos. Por tanto, la misión de la Iglesia es alcanzar a todos los grupos étnicos con el evangelio.

A pesar de los esfuerzos misioneros, sigue habiendo un desajuste entre el crecimiento poblacional y el número de nuevos creyentes entre los pueblos no alcanzados. Esto pone de manifiesto la necesidad continua de plantar iglesias y formar líderes locales en esas regiones.


Cómo Colaborar con la Gran Comisión


  • Oración: Interceder por los pueblos no alcanzados y por los misioneros que trabajan entre ellos.

  • Apoyo Financiero: Contribuir a organizaciones misioneras que se centran en alcanzar a estos grupos.

  • Compromiso Personal: Participar en viajes misioneros a corto o largo plazo, o apoyar iniciativas locales que buscan alcanzar comunidades no evangelizadas.

  • Educación y Concienciación: Informarse sobre los pueblos no alcanzados y compartir ese conocimiento con otros, promoviendo una cultura de evangelismo y discipulado.


La misión de alcanzar a todos los pueblos con el evangelio permanece inalterada, pero los caminos para cumplirla están en constante evolución. La Iglesia se enfrenta al reto de discernir los tiempos y adaptar sus enfoques, reconociendo que los pueblos no alcanzados pueden estar tanto al otro lado del mundo como a nuestro alrededor. Que seamos sensibles a la guía del Espíritu Santo, comprometidos con la Gran Comisión y dispuestos a ir donde sea necesario para proclamar las buenas nuevas de Jesucristo.

Cada cristiano está llamado a desempeñar un papel activo en la Gran Comisión, ya sea yendo, enviando, orando o apoyando de otras maneras. Unidos, podemos trabajar para que el evangelio de Cristo sea conocido en todas las naciones.

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