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Las Buenas Nuevas no tienen “peros”

  • Elias Henrique Cardoso
  • 14 mar
  • 2 Min. de lectura

Antes de empezar a hablar de las Buenas Nuevas, me gustaría compartir un poco sobre mi vida cristiana. Nací en 1991, en una familia evangélica, y desde entonces he asistido regularmente a la iglesia, salvo unos años en mi juventud en los que me aparté, pero eso es un tema para otro momento. En Brasil, tenemos una expresión que dice: "Dios no tiene nietos, solo hijos". Y la verdad es que hasta 2017 más o menos, siempre me comporté como un "nieto" de Dios. Seguía todos los ritos religiosos, pero tenía poca experiencia con Jesús. La mayor parte del tiempo vivía las doctrinas y los rituales de la vida cristiana que me enseñaron mis padres y abuelos. Incluso pensaba que eso era el Evangelio. Para que quede claro, estas cosas son importantes en un equilibrio adecuado, pero no es de eso de lo que vamos a hablar hoy.



Después de este breve contexto, quiero decirles que el mensaje del Evangelio es muy simple y profundo al mismo tiempo. ¿Por qué? Porque es una Buena Noticia que cambia la vida de quien la reconoce y es aceptado por Dios. Pero, ¿Buena Noticia de qué? Básicamente, de que Dios te amó y envió a su Hijo, Jesucristo, para vivir y morir aquí en la Tierra, para salvarte de la ira futura de Dios y darte una vida eterna plena.

Quizás ahora mismo te estés preguntando: "Ok, ya he oído esto muchas veces, pero siempre que me lo decían, después añadían un 'pero'... Debes hacer esto, no debes hacer aquello, tienes que dejar de hacer esto y empezar a hacer aquello y lo otro, etc." Sí, hemos escuchado muchas veces los "peros" después de la Buena Noticia, y eso es cruel. Generalmente, las personas que ponen el "pero" llevan mucho más tiempo en la vida cristiana que aquel que recibe la Buena Noticia, y eso la convierte en una noticia tediosa y hasta perversa.



Tal vez tú, que estás leyendo esto, no estés de acuerdo conmigo, porque has sido aceptado por Dios hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdas el día en que recibiste las Buenas Nuevas. Pero intenta recordar cómo la paz que sobrepasa todo entendimiento invadió tu ser y cómo fuiste transformado desde entonces. Por eso, al presentar el Evangelio a quienes lo necesitan, tengamos la empatía y la nostalgia de recordar cuando fuimos aceptados por Dios en su familia eterna.

Para finalizar, quiero dejar claro que el comportamiento de una persona que recibe las Buenas Nuevas tiende a cambiar por completo, pero eso lleva tiempo. Más allá de eso, la salvación no tiene peros ni complementos. Es todo lo que necesitamos para la vida terrenal y eterna. Nos fue dada por gracia, y no necesitamos esforzarnos para ganarla. Solo necesitamos a alguien dispuesto a compartir la verdad del Evangelio, sin peros.

 
 
 

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