SABIDURÍA A NUESTRO ALCANCE, PARTE 3
- andres cale
- 21 mar
- 2 Min. de lectura
Continuamos con la reflexión sobre los proverbios...
Proverbios 1.20 La Sabiduría hace oír su voz en las calles; clama en la plaza pública.
Proverbios 1.21 La Sabiduría clama a los que están reunidos frente a la entrada de la ciudad y a las multitudes por la calle principal:
Proverbios 1.22 «Simplones, ¿hasta cuándo insistiréis en vuestra ignorancia?
Burlones, ¿hasta cuándo disfrutaréis de vuestras burlas? Necios, ¿hasta cuándo odiaréis el saber?
Proverbios 1.23 Venid (volveos) y escuchad mi consejo. Os abriré mi corazón y os haré sabios.
Esta sabiduría no requiere un lugar específico o único, en las calles y plazas se hace oír. Clama para ser oída por quienes tienen autoridad, eso es quienes están frente a la entrada, quienes permiten entrar y salir, pero también a las multitudes. No hace distinción de personas, por rangos sociales o riquezas.
Tiene interés en beneficiar a toda persona, no puede ser utilizada para el mal, esta es “sabiduría terrenal”. Clama porque, se sabe necesaria para tomar decisiones acertadas.

Simplones, burlones y necios, insisten en ignorar y rechazan escuchar, disfrutan de las burlas y odian saber. Cuantas veces y de cuantas formas diferentes quiso llamar mi atención. Me lo decía mi abuelito, me lo decía mi padre, me lo dijeron muchas veces y lo olvidaba muchas más. Prefería prestar atención a burlones y necios en mi ceguera espiritual. Como en la conversión nos dice que necesitamos volvernos y atenderle, que está dispuesto para abrir su corazón y hacernos sabios, derramar su Espíritu y darnos a conocer sus pensamientos. Como el buen Padre que es me concedió y pude experimentar esta obra sobrenatural; una persona terca como yo, fui impactado una y otra vez con sus verdades hasta que se implantaron en mi corazón, ahora marcan mi estilo de vida, porque fui y sigo siendo moldeado por el Maestro.
Proverbios 1.24 Os llamé muy a menudo pero no quisisteis venir; os tendí la
mano pero no me hicisteis caso.
Proverbios 1.25 No prestasteis atención a mi
consejo y rechazasteis la corrección que os ofrecí.
Aunque Dios llama con frecuencia, el problema está en nosotros, cuando no prestamos atención y rechazamos su corrección. Dios tiende la mano a quienes quieran caminar conscientes de su presencia, él es todo suficiente y conoce lo que nos conviene, sabe
lo que nos jugamos en este peregrinaje: la eternidad a su lado. Dios está dispuesto a enseñar y revelar, lo que nos conviene, porque nos hizo y lo sabe, también hizo lo que nos afecta y rodea, con sus reglas y límites, transgredirlas siempre trae consecuencias negativas para nosotros, de eso nos advierten los proverbios de múltiples formas y lo experimentamos a lo largo de la vida. Tenemos dos formas de aprender: escuchando el consejo y aplicándolo o menos preciarlo y experimentar las consecuencias
Dios no nos dará aquello que no vayamos usar para su gloria.
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