SABIDURÍA A NUESTRO ALCANCE, parte 4
- andres cale
- 4 abr
- 3 Min. de lectura
Comenzamos donde lo dejamos.
Proverbios 1.24 Os llamé muy a menudo pero no quisisteis venir; os tendí la
mano pero no me hicisteis caso.
Proverbios 1.25 No prestasteis atención a mi consejo y rechazasteis la corrección que os ofrecí.
Durante mi juventud, y creo que esto es más frecuente de lo que sería deseable en otras personas también, escuché más a los simplones, burlones y necios, que al llamado del Señor y las consecuencias fueron desastrosas: pérdida de tiempo sin vivir en su gracia y protección, calamidad, desengaño, frustración, desastre, angustia, aflicción y dolor. Incluso la ayuda de su mano tendida, me resultaba molesta, ¡que necio era!
Pero cuando me volví a la sabiduría del Señor incluso esas experiencias negativas las utilizó Él para que hoy pueda aconsejar a otras personas y pueda entenderlas, me convierten en alguien más sabio y compasivo, dando honor a su nombre.
Proverbios 1.26 ¡Por eso me reiré cuando tengáis problemas (calamidades)!
Me burlaré de vosotros cuando os llegue la desgracia,
Proverbios 1.27 cuando la calamidad caiga sobre vosotros como una tormenta, cuando el desastre os envuelva como un ciclón, y la angustia y la aflicción os abrumen.

Toda decisión que tomemos respecto a lo que el Señor nos revela y nos manda tiene consecuencias, no podremos culpar al Señor de nuestras decisiones y sus consecuencias. Después de volverme al Señor he podido entender y experimentar este principio espiritual: no hacer las cosas como Dios manda, siempre tiene consecuencias. Cuando Dios abre una puerta de bendición, nada ni nadie puede cerrártela, cuando Dios nos dice no, es porque quiere protegernos y cuando no responde es porque quiere que aprendamos de lo que estamos viviendo. Creo que cuando Dios le dice a una persona: hágase tu voluntad, lo único que puede esperar es el fruto amargo de vivir a su manera y la asfixia espiritual.
Proverbios 1.28 Entonces, cuando claméis por ayuda, no os responderé. Aunque me busquéis con ansiedad, no me encontraréis.
Proverbios 1.29 Pues odiasteis el conocimiento y decidisteis no temer al Señor.
Proverbios 1.30 Rechazasteis mi consejo y no prestasteis atención cuando os
corregía.
Proverbios 1.31 Por lo tanto, tendréis que comer el fruto amargo de
vivir a vuestra manera y os ahogareis con vuestras propias intrigas.
Quienes deciden vivir sin temor del Señor, viven como si no hubiera una ley universal que respetar, como si no tuvieran que dar cuentas un día, ignorando la advertencia que por activa y por pasiva nos hace Dios de todas las formas y maneras posibles.
Proverbios 1.32 Pues los simplones se apartan de mí hacia la muerte. Los
necios son destruidos por su despreocupación.
Proverbios 1.33 En cambio, todos los que me escuchan vivirán en paz, tranquilos y sin temor del mal.
Los simplones se alejan y los necios se despreocupan.

A diario convivimos con personas que prestan más atención y dan más credibilidad a los postulados populares que siguen la corriente y las propuestas más populares, algo que parezca aportar satisfacción inmediata, que no requiera disciplina y reglas. Quienes creen tener un mejor consejo que el que Dios ofrece, se convierten en necios orgullosos.
Paz, tranquilidad y sin temor caracteriza la vida de quienes escuchan el consejo del Señor.
El gran mensaje que encierra este principio es que por simples, torpes, burlones o necios que podamos haber sido, el Señor a dispuesto un Camino por el que transitar para que nadie se extravíe, camino de santidad. La pregunta entonces es si consideraremos mejores los caminos que el mundo nos ofrece o tomaremos el que el Señor nos propone. Yo he sido todas esas cosas, simple, insensible, burlón y necio, pero confío en los recursos que Dios dispuso para vivir sabiamente.
“Y habrá allí calzada y camino, el cual será llamado Camino de Santidad. No pasará por allí ningún impuro, sino que él mismo estará con ellos. El que ande por este camino, por torpe que sea, no se extraviará.” ISAÍAS 35.8
Comments